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Sein


Ciudad de Buenos Aires - Argentina
tel: (54-11) 15-6452-1834

Bandas / Grupos (Rock)

Marcelo "Chuffi" Siutti: voces, teclados y guitarra acústica.
Federico Elías: voces, guitarra eléctrica.
Ramiro Rodríguez: bajo eléctrico.
Juan Barone: batería y percusión.



hacé clic aquí para escuchar los temas o ver los videos

Contacto:
www.sein-rock.com.ar
contacto.sein@gmail.com
Cel: (15) 6452-1834



La Historia de ~Sein~


La sentencia había sido clara. El rey Tafú había perdido respeto por nuestros dones, y fuimos enjuiciados por su corte y su juez, Ender. Así nos recluyeron a Sein y a mi.

Muchos años pasamos en nuestra celda. Largos y silenciosos años hasta que finalmente pudimos ver la luz del cielo una vez más. Pero la suerte no fue la misma para los dos. Sein pudo escapar antes que yo. Bien hizo en abandonarme y huir, aunque yo no lo entendía en ese momento. De no ser así, los dos habríamos muerto.

Esta es su historia:


Las cadenas se habían cortado. Ya no se sentía ruido. "Parecería que los guardias se han ido. Es mi momento de escapar."

Se incorporó y empezó a correr. El pasillo que se extendía frente a él, negro y húmedo, parecía ir empequeñeciéndose hasta encontrar final en un pequeño orificio por donde entraba una luz naranja que le quemaba los ojos. Tuvo que usar todas sus fuerzas para agrandar el agujero que le permitiría así llegar al descampado.

Una vez fuera, empezó a recordar. "Sein". Si. Ese era su nombre. Lo recordaba bien. Pero había pasado mucho tiempo desde que alguien lo había llamado así.

Se dio cuenta ahora que estaba en un campo. Verde y luminoso.

Caminando, semidesnudo, desorientado, dolido y excitado, se sentó bajo un árbol a recuperar el aliento. A perderlo quizás. Las tiernas flores a su alrededor parecían mirarlo fijo. Amarillas y marrones, con pétalos largos y curvos, como suaves pinceladas. Lo embaucaban con un aroma fuerte, penetrante. Y en paz durmió mirando el cielo, para recuperar sus fuerzas.

Al despertar, se encontró cubierto de todo tipo de insectos. Estaban en todo su cuerpo, que yacía inmóvil y paralizado por las toxinas de los fieros seres que pinchaban su carne. Así fue tragado por la tierra.

La hediondez sulfúrica de la cámara donde estaba le hizo pensar que había muerto. Pero lentamente comenzó a recobrar el movimiento de su cuerpo. Todavía tenía la sensación de los insectos caminando por su exterior. Pero estos habían quedado arriba, con el árbol, y las flores, y la luz.

Había perdido también su llama protectora, y el olor ahora se filtraba por todo su cuerpo, como si su materia no opusiera resistencia. Se sintió débil. El aire lo estaba matando de a poco, y necesitaba salir de ahí.

Una vez más, y una vez más, se puso a correr. Buscaba un pasillo en medio de la oscuridad. Al cabo de un rato de correr en círculos, se dio cuenta que la cámara tenía una forma particular. Tres rayos en forma de semicírculo salían y entraban de la habitación circular donde estaba Sein. Sus seis puertas de piedra se confundían unas con otras. Y Sein ya no podía estar seguro si había probado todas las salidas, o sólo una. La desesperación, la fatiga y el aire le impedían pensar claramente.

Una voz hizo tronar las paredes de la cueva. Pocas energías tuvo Sein para estremecerse. De rodillas cayó al suelo pantanoso que lo sostenía. Con cada sílaba que era pronunciada, se escribía en plateado un signo en la pared a su derecha. Sein no comprendería ese lenguaje hasta mucho tiempo después.

Du Esef Guekun El Sare Ma Shis?
Paumfe Esio Mespam Ma Puacheis Ma Sam'ri.

Una y otra vez se repetían esos versos, y otra y otra vez se escribían con letras plateadas sobre las paredes.


Abatido y casi sin fuerzas, se recostó. Y sin comprender su extraña situación, se durmió.

Superficie. Se encontró, solo y con blancas vestiduras que lo cubrían por completo. Sintió pasos a su alrededor, pero no vio a nadie. Eran varias pisadas, suaves y gentiles. Como de niños corriendo en círculo, con Sein como centro. Pero no los podía ver. Tampoco veía el zumbido que flotaba, también en círculo, sobre su cabeza. Pero había unas pisadas diferentes. Estas venían siempre de atrás, o de adelante. Dos pies, firmes.

Perplejo, se movió unos pasos, queriendo salir del misterioso círculo acústico que lo rodeaba, pero le era imposible. El círculo siempre se formaba en torno a él.

La luz quemó sus ojos y Sein quedó ciego por unos minutos.

En medio de la luz, y en medio de la oscuridad, un peso sobre su hombro lo tiró al suelo. Con la oreja pegada al piso ya no sintió sólo las pisadas. Todo tipo de sonidos aparecieron. Sintió un par de lenguas que lamían sus heridas. Así fue curado Sein. La tibieza y suavidad de esas lenguas lo rodeaba.

Finalmente, una lengua lavó sus ojos. Apenas los abrió, la figura frente a él escapó a la orilla. Era blanca y resplandeciente. Una cara brillante que sólo se grabó en su memoria con el instante donde Sein abrió los ojos, sin llegar a enfocar bien la imagen.

La persiguió. Esquivó manzanos, higueras y palmeras. Las plantas trepadoras trataron de frenar su corrida. Y por poco lo logran. Cayó, una y otra vez, pero seguía persistente en su carrera.

Llegó a ver a la figura entrar al mar. Ella empezó a correr sobre el agua, y Sein intentó hacer lo mismo. Chapoteando espuma, se hundió.

Bajo el agua, seguía escuchando los pasos de Ella. Así la empezó a llamar. Formaban un ritmo apacible y perfecto, casi como si no tocara la superficie del agua, pero provocando un oleaje que llevó a Sein a tocar suelo marino. Empapado, la buscó por todos lados. Sobre y bajo la delgada línea que dividía Agua y Aire. Sobre y bajo la delgada línea que dividía Agua y Tierra. Y en su cabeza, bajo y sobre la línea de fuego.

Decidió quedarse un tiempo en la orilla. Levantó una vivienda y organizó su centro de operaciones. Escribió muchas cosas.

Durante años, estudió los signos que había visto en la cámara subterránea. Notó que debía haber pasado más tiempo del que adivinaba ahí, ya que recordaba también las frases que había dicho la misteriosa voz. Y con el tiempo, llegó a entender qué querían decir. Y encontró la clave de su lenguaje. Años dedicó a este nuevo idioma. Y se transformó así en su único idioma. Dejó de buscarla a Ella. Sino que empezó a buscar a Sam’ri.
Sein desapareció un amanecer, viendo al mar y pensando en ella.

Vuelvo a mi.

No sé si fue antes o después de ese amanecer que Sein se apareció en mi celda. Y me curó, como Sam’ri lo había hecho con él. Así me liberé de mi condena y me despedí del lago Espejo.

Me dio todos sus escritos, y la llave de su casa, centro de operaciones cerca del mar. Todavía los estoy traduciendo, pero el mensaje parece ser muy claro.



Disco:

1. Dios Salve
2. Agua (Sueño sobre Ender y su Maldito Reinado)
3. Me Faltás Vos
4. Colmo
5. Mirando el Cielo - Primera Parte
6. Mirando el Cielo - Segunda Parte
7. Piedra o Girasol
8. Aire (Saíd-Omein)
9. La Historia del Jardín de la Bestia
10. Desaparecer
11. Me Ves
12. Tren

Estos temas tienen información transversal sobre la historia. A buen entendedor, pocas palabras.



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