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Danzas españolas

Introducción

Sin duda alguna España ha sido el país que más ha cultivado el baile desde la antigüedad más remota. De ello hay testimonios en los autores del mundo clásico y en los de la Edad Media. Los romanos tenían a nuestras bailarinas gaditanas por las más bellas y elegantes del mundo. Fue el Renacimiento el que rehabilitó los bailes populares, dándoles tono y llevándolos muchas veces a los salones elegantes. Resultó entonces que en el transcurso del tiempo se habían ido perdiendo o confundiendo unos con otros, sin que por eso dejaran de advertirse dos grandes grupos: de un lado, las danzas de ritos guerreros o conmemorativos de grandes batallas, antiquísimos; y de otro, las danzas rituales religiosas, más propias de la Edad Media.

La diversidad de las danzas españolas

Posiblemente haya en España un millar de danzas o bailes distintos. Sólo en Cataluña se bailaban hace cien años más de dos centenares. En la región del Panadés, por ejemplo, llegó a recoger un erudito veinticinco bailes diferentes.

Sabemos que el baile ha sido desde la Edad de Piedra un signo representativo del grado de cultura o civilización de un pueblo. Los hombres han expresado a través de sus danzas sus sentimientos religiosos, sus costumbres sociales y políticas, sus afanes agrícolas y guerreros, sus amores y pasiones, sus emociones nobles y felices. En la historia de la danza, como expresión humana de sentimientos, España ha ocupado siempre un lugar preeminente.

La más antigua representación de hombres entregados a la danza que ha aparecido en Europa está en las pinturas rupestres de la cueva de Cogull, en la provincia de Lérida. Parece evidente que estas pinturas y otras aparecidas en la misma comarca pertenecen a los primeros tiempos del Neolítico, lo cual da a tales danzas una antigüedad impresionante. Resulta curioso observar cómo, en líneas generales, las danzas del mundo oriental son femeninas, mientras que las del mundo occidental tienen un indudable signo masculino. Bastaría tener en cuenta las danzas astronómicas egipcias, las báquicas, las pánicas, las cretenses, las pírricas o las de las antorchas en las Galias.

Con las naturales limitaciones que ha de tener una afirmación semjante, podría decirse que las danzas del Este de España son ceremoniosas y delicadas; las del Mediodía, vivas y valientes; las del Norte, en particular las conservadas desde el Ebro hasta los Pirineos, de aire guerrero y militar. Los especialistas tienen a estas danzas como herencias de las primitivas propias de las civilizaciones ibérica y griega, y supervivencias de danzas ancestrales bailadas dentro del total de un rito en homenaje a los guerreros muertos. Y en las de sabor religioso hay siempre un aire primitivo que las liga con antiquísimos y desaparecidos cultos a poderosos dioses paganos.

En Asturias y Galicia los bailes populares se acompañan con tamboril y gaita. En Andalucía, con castañuelas. En Vizcaya, con pandero y txistu. En Valencia, con dulzaina. En cataluña, con la cobla, orquesta elemental con tiples, tenores, flaviol y tamboril. Y en gran parte de España, con la guitarra, instrumento nacional, con categoría de universalidad.

Andalucía

Andalucía es el gran enigma, la esfinge que sorprende a los poetas, que enloquece a los pintores, que martiriza a los músicos, incapaces todos y cada uno de interpretarla a fondo.

Y toda ella está en sus danzas...

País Vasco

En el Norte de España, en el vértice del golfo de Vizcaya, están las provincias vascas: Álava, Guipúcoa y Vizcaya. Los caminos y las poblaciones tienen la constante nostalgia de una sonata épica de don Ramón del Valle Inclán. Todo el folklore vasco es como un arcoiris que recogiese en la música, la canción y la danza las grandes virtudes de un pueblo tan singular.

Galicia

Durante siglos, Santiago de Compostela ha sido vértice de un triángulo que asentaba su base en Jerusalén y Roma. Por eso toda Galicia está cruzada de caminos de peregrinación, que han sido pisados por gente llegada de todos los confines del mundo. Gente peregrina, y pícaros que nunca faltan. La tierra gallega tiene huellas de las cabalgadas celtas, de la administración romana, de las devastaciones bárbaras, de suevos, visigodos, árabes, napoleones. Y de todo hay eco en la música, la danza y la canción gallegas.

Canarias

El folklore de las islas Canarias es riquísimo, sugestivo, inquietante en ocasiones. En todos los rincones del archipiélago hay alguien que canta, baila o toca la guitarra, el timple, el guitarrillo. El canario tiene una especial sensibilidad para la melodía, para el ritmo, para la canción y el baile. El guanche primitivo, el español que llegó luego, la inminencia de América a partir del descubrimiento y la conquista, todos tienen en el folklore canario un eco, un recuerdo, una nostalgia. Las folías, las isas, el tango herreño, la danza antigua de Hermigua, todas las expresiones populares de las islas, tienen siempre en el horizonte la silueta terrible y entrañable al mismo tiempo del pico del Teide, dios poderoso que durante siglos ha representado para los canarios el fuego y la destrucción, sí; pero también el símbolo eterno de la eterna Canarias.
 

Baleares

Mallorca, Menorca, Ibiza, Formentera, Cabrera, Dragonera, Conejera... y un centenar de islotes sin más habitantes que los pájaros: éstas son las islas Baleares. Desde siempre, el archipiélago ha sido considerado como islas de los pinos (Ibiza y Formentera), las "pithiusas" griegas, y las "gimnesias" o islas de los hombres desnudos (Mallorca y Menorca). Hoy la fama de estas islas es universal. Junto a todas sus bellezas, que son innumerables, tiene un lugar destacado su folklore, con sabor de viejas danzas ancestrales, de ritos milenarios, de inquietantes interpretaciones del amor y de la muerte. Sencilla y bella es la indumentaria de las mujeres baleares, y como un símbolo mediterráneo, la guitarra está presente en las fiestas y las romerías.

Castilla - La Mancha

El primer y más característico rasgo geográfico de Castilla - La Mancha es la alternancia, y confluencia a la vez, de elementos físicos y humanos que delimitan una región de caracteres geográficos imprecisos. Así, desde un punto de vista físico, Castilla - La Mancha ocupa la submeseta meridional, pero no toda, pues excluye a Madrid y Extremadura. Desde un punto de vista histórico se corresponde con "Castilla la Nueva", pero sin Madrid y con Albacete, provincia ésta que una erudita tradición del XIX integró en el "reino de Murcia". Y desde un punto de vista geográfico en general, la región se articula en torno a La Mancha, la gran llanura meseteña, de grandes pueblos y acusada personalidad, a la que se ha añadido una Guadalajara excéntrica, de alcarrias, sierras y altos páramos, y de escasa población repartida en pequeños pueblos.

Provincia de Ciudad Real

La provincia de Ciudad Real es un espacio geográfico surcado por los más diversos caminos de España. Tierra fronteriza con Andalucía y Extremadura, su historia y tradiciones rememoran un pasado inmerso en la pluralidad de los avatares y culturas que la han ido configurando y fortaleciendo. Desde los antiguos tiempos oretanos hasta el siglo XX, Ciudad Real ha intentado labrar sus propias señas de identidad, haciendo emerger en cada época lo mejor de sí misma. Se ha dicho que la historia es como un tren que pasa una sola vez por un determinado paisaje y que no hay más opción que tomarlo y seguir hacia delante si no queremos quedar postergados para siempre, lección bien aprendida por las gentes de esta provincia, para quienes el deseo de superarse continuamente ha sido su blasón principal.

Los bailes característicos de las distintas áreas geográficas tienen su expresión en aquellos movimientos rítmicos que aún se conservan. Entre otros: las seguidillas manchegas, las torrás, jotillas, fandangos y boleros.

Las seguidillas tienen diferentes formas de expresión. Según la opinión generalizada, donde mejor y con más gracia se bailan es en Ciudad Real y La Solana. El movimiento del baile de las seguidillas manchegas es de gran viveza en cuanto al ritmo que toma el cuerpo, brazos y pies. Estos últimos se mueven en alternancia rápida, pisando de tacón y puntillas.

El fandango manchego (que tiene sus variantes en las rondeñas y malagueñas) es muy similar al fandango bailado en Andalucía. Los fandangos manchegos se suelen bailar por varias parejas próximas unas a otras, colocándose los hombres junto a las mujeres.

Las torrás se bailan en algunos pueblos de la provincia (Ciudad Real, Daimiel, Villahermosa...). Es en sí una variante de la seguilla, pero más animada, alegre y graciosa. Los bailarines se han de colocar en filas. Las torrás tienen su desarrollo dividido en tres tercios.

El bolero es un baile de gran riqueza lírica y plástica. Posee tres tiempos y se baila generalmente en conjunto, formado por ocho parejas, hombres y mujeres.

Las jotillas o jotas manchegas tienen diferentes estilos o "aires", según las comarcas y las disposiciones de los ejecutantes. Generalmente se colocan los bailadores de frente, mirando uno al derecho y otro al izquierdo, con el brazo extendido hacia abajo y el izquierdo apoyado en la cintura.

Eminentes musicólogos, como el profesor García Matos y otros, están de acuerdo al relacionar nuestra jota como derivación de la aragonesa, siendo un baile que se extendió y popularizó por Castilla, además de otras regiones, hacia el siglo XVII.

Musicalmente, su estructura está formada por una sucesión de coplas y estribillos. Cada copla, a su vez, está compuesta por siete elementos melódicos, no excesivamente diferentes unos de otros, e incluso a veces repetidos, de cuatro compases de suración cada uno, separados entre sí, aunque no siempre. El texto lo forman cuatro versos octosílabos (aunque se ha recogido alguna excepción), de carácter variopinto, unas veces gracioso, socarrón, picaresco, otras de sentencioso, de halago, etc., de tradición, y en muchas ocasiones improvisado según el caso.

La jota solía comenzar con cuatro acordes rasgueados en la guitarra, sobre la tónica, a lo que seguía una frase melódica instrumental alegre, de ocho compases, que podía repetirse, para dar paso después a una sucesión en número variable de copla y estribillos, "...hasta que se casaban".

Los danzantes, una o diferentes parejas sueltas, se movían con soltura y alegría, acompañándose de castañuelas o pitos, con los dedos, cuyo sonido apagaban para que la copla fuera escuchada.

Como instrumentos de acompañamiento a la guitarra solían estar, además de las castañuelas, los platillos o el almirez, y a falta de éstos las cucharas entrechocadas, el caldero o simples rasgueos en la botella labrada.

La jota se cantaba y bailaba en cualquier reunión o fiesta familiar, romerías, en el campo o quintería, después de la jornada de recollección, etc. El comienzo no era difícil, bastaba con rasguear los primeros acordes en la guitarra para que viejos y jóvenes de uno y otro sexo se levantaran al animado baile.

Son también de destacar las danzas del Corpus Christi de Villanueva de la Fuente y Porzuna, donde los danzantes bailan avanzando de espaldas dando siempre vistas al Señor. También sobresale la danza de ánimas de Albadalejo, en Carnaval.

Extremadura

Todo el folklore extremeño hay que verlo en función de una circunstancia que justifica su variedad: la existencia de tres Extremaduras, la Alta, la Central y la Meridional. Aquélla cruzada por los valles de Plasencia, de la Vera, de Gata, de Eljas y de Val de Arrago, con las Hurdes. La Central con las sierras de Guadalupe, de Montánchez y de San Pedro, el Tajo y las comarcas de las Villuercas, la Siberia extremeña y los bosques de robles, encinas y alcornoques. La Meridional, al sur del Guadiana, con los valles de La Serena, la tierra de Barros, las llanuras y sus rebaños trashumantes. Corona de toda Extremadura, el Monasterio de Guadalupe, hispánicamente universal. Hay por todo ello un sabor bucólico, pastoril, montaraz en determinadas danzas y canciones populares, mientras en otras el ritmo y hasta la indumentaria de hombres y mujeres tienen un indudable matiz de fiesta campesina tradicional, al pie de la era, del camino o de la viña. Trashumantes los pastores y viajeros hasta confines lejanos, los botijeros típicos de la tierra de Barros, el folklore extremeño de la montaña y de la llanura presenta a veces inesperadas semejanzas con otros folklores de lejanas tierras.

Tres son las danzas típicas de Montehermoso, bello pueblo de la provincia de Cáceres: el "Quita y pon", el "Son brincao" y "La punta y el pie". Son bailes muy vivos, pero con una característica curiosa que los distingue de otros también populares, incluso de la misma región, y es que los brazos de los danzantes adoptan posturas que dan al cuerpo cierta apariencia de rigidez. Por supuesto, la ocasión del baile es cualquier día de fiesta o cualquier circunstancia alegre familiar, pero principalmente la festividad del Patrono, San Bartolomé. El aire de candor de estas danzas, interesantísimas desde todos los puntos de vista, se acentúa con la preocupación constante de las muchachas de sujetarse el refajo con las manos para que no se levante en las vueltas.

Aragón

En líneas generales, Aragón es un amplio valle rodeado de agrestes montañas; el Ebro sirve de eje a este valle, desde Cortes a Fayón. Desde las altas montañas pirenaicas bajan los grandes valles de Aragón: Benasque, Bujaruelo, Gistain, Bielsa, Tena, Canfranc, Ansó, Hecho... Las cordilleras aragonesas tienen picos famosos: la Maladeta y el Aneto, por ejemplo, y algunas comarcas son universalmente conocidas: Los Llanos de la Violada, Las Cinco Villas, Las Bárdenas, Los Monegros, Desierto de Calanda, Caspe... Hay un Alto Aragón y un Bajo Aragón, con tierras ricas, menos ricas y hasta pobres... Y en todas partes, de arriba hasta abajo, desde la huerta a la montaña pelada, donde quiera haya un aragonés, mejor dicho, un aragonés y una aragonesa, allí está la jota, la copla y el baile, la guitarra y las castañuelas, la gracia, la reciedumbre, la fortaleza espiritual y física de Aragón, alegría de España.

Cantabria

Cantabria es un territorio montañoso asomado al mar. La contraposición entre el borde del mar Cantábrico y el interior constituye un elemento mayor de la caracterización física de esta Comunidad. Una estrecha faja de tierras costeras, cuya altitud no suele sobrepasar los 200 m, con una anchura inferior a los 10 km, forma la fachada marítima de la provincia: La Marina. Hacia el sur, separadas de La Marina por una larga, abrupta y constante barrera, se extienden las montañas. La mayor parte de Cantabria corresponde a este interior montañoso, que se se resuelve en un conjunto de valles profundos.
Con sus 5.289 km2 y 534.690 hab. es una de las de menor extensión y población.

Cataluña

Entre Aragón y el Mediterráneo con los Pirineos al norte, está Cataluña. Una y múltiple, la tierra catalana refleja en su folklore tanto la unida como la variedad. Desde la Costa Brava, por ejemplo, hasta la Sierra de Cadí hay más de dos mil quinientos metros de diferencia en altura, y el paisaje arriba es por supuesto muy diferente del paisaje mediterráneo, y también son diferentes los bailes y las canciones. Como son distintas en la montaña y en las llanuras hermosas y fértiles del Panadés, Vich o el Ampurdán. Dicen los especialistas que todo el folklore catalán tiene un denominador común: su origen cortesano, culto. Y el instrumental: la cobla, conjunto musical con sus tenoras y su flaviol. Hay en las danzas catalanas un tono general de galanteria y una belleza suave y luminosa, que se acrecienta con el bello colorido de la indumentaria, especialmente la femenina.

Asturias

Asturias se abre al mar, pero una cadena montañosa, aspera y elevada, la separa del resto de la Peninsula. Su topografia es enmarañada, las montañas alcanzan más de dos mil metros de altitud, las comunicaciones son difíciles a través de ellas, y los que viajan conocen los puertos montañeros de Leitariegos, de Pajares, de Piedrafita, de San Isidro y muchos más, que en los grandes temporales de nieve cierran el paso a los caminantes. Entre la alta montaña y la costa ¡qué diferencias! Lógicamente, el folklore las acusa tambien. No es la misma una fiesta popular en Castropol, Navia, Luarca o Pravia, que en Peña Vieja y en Naranco de Bulnes, ni en Llanes, Villaviciosa o Avilés, y las aldeas lejanas donde los campesinos todavia se hablan de amor en una lengua venerable: el bable. Dicen los folkloristas que en Asturias se hallan más danzas y canciones de indudable origen en primitivas canciones y danzas que en otras regiones españolas, acaso porque los puertos de montaña hallan sido durante siglos una barrera infranqueable y defensora contra novedades y mixtificaciones.

Murcia

Todo el folklore murciano, especialmente las danzas y las canciones, tienen el brillo, la luz y la alegría del ambiente geográfico y del humano carácter de la provincia. En una palabra, todo en Murcia tiene un aire mediterráneo, un aire inconfundible de proximidad al Mar Nuestro, al Mare Nostrum de siempre. La indumentaria es de una belleza sorprendente, sin ostentosas exageraciones, dentro de una línea de gracia muy meridional. Por supuesto, la Comunidad Valenciana, Castilla - La Mancha y Andalucía, que se tocan con Murcia, han influido en sus danzas y en sus canciones, pero por la misma razón, Murcia ha influido en las de las comarcas vecinas. Es curioso que los andaluces vean andalucismo en el folklore murciano, y los castellanos vean algo familiar en los bailes, y los valencianos sientan llamadas cordiales cuando escuchan las canciones de Murcia. Y es que la tierra murciana tiene el poder, a veces asombroso por lo eficaz e ineludible, de conservar algunas de las más bellas y tradicionales virtudes de los viejos reinos musulmanes peninsulares.

Comunidad valenciana

Mundialmente famosa, Valencia es el símbolo de la España mediterránea, por el esplendor de su paisaje, la fertilidad de sus tierras, la luz de su sol maravilloso y la dorada alegría de sus naranjas, sus limones y sus palmeras. Tierra generalmente llana, está salpicada de picos, como torreones vigilantes: Tosal del Rey, Muela de Ares o Altana. Siglos de dominación musulmana han dejado sus huellas en el folklore valenciano, en particular en la indumentaria de sus músicos y danzarines, rica y de sin par belleza. Litoral abierto desde siempre a todas las culturas que en la Península tuvieron asiento procedentes del Mediterráneo. Griegos y romanos también dejaron sus huellas en las danzas y las canciones valencianas, todas ellas sugestivas, armoniosas y elegantes. Todas las danzas, especialmente en las mujeres, tienen cierto aire de majestad y dulzura, que contrasta a veces con la pompa rítmica e instrumental de sus coplas.

Navarra

Todo el territorio navarro está afectado por una topografía muy heterogénea. Al norte, la zona montañosa de los Pirineos, con los valles del Roncal, el Baztán y Roncesvalles, que se prolonga hacia el oeste por los montes vasconavarros; en el centro, la cuenca de Pamplona y las Bárdenas; al sur, la Ribera... Muchos de los nombres de todo el territorio ocupan un lugar preferente en las páginas de la mejor historia de España. El folklore tiene todas las características de la raza eúskara, durante siglos viviendo en las montañas dedicada al pastoreo y en las industrias derivadas de la agricultura. Encuentran los especialistas indudables influencias folkóricas riojanas, aragonesas y vascas, aunque la recia personalidad de los navarros ha asimilado todo de tal manera que ha creado un folklore propio, lleno de belleza y de fuerza expresiva. Su situación fronteriza, cara siempre a todas las invasiones que por el Pirineo se realizaron o se intentaron, no deja de reflejarse también en sus danzas y en sus coplas.

Castilla y León

El conocimiento e interpretación de la personalidad geográfica de Castilla y León deben partir, en principio, de la variedad de matices que se derivan del considerable tamaño físico de esta Comunidad Autónoma. Pues, ciertamente, el hecho de que su superficie abarque un total de 94.147 km2 le confiere sin duda una entidad singular y compleja, en la medida en que, tratándose al propio tiempo de la región más extensa de la Comunidad Económica Europea, representa casi la quinta parte del territorio español, dentro del cual ocupa además una situación crucial de primer orden como espacio surcado por los grandes ejes que conectan la capital del país con las regiones de la España atlántica, lo que ratifica su relevante posición de encrucijada en el sistema de flujos e intercambios desarrollados en la mitad septentrional de la península Ibérica. Sin embargo, pese a la importancia de su dimensión superficial y estratégica, es evidente que el peso adquirido por la región en las grandes magnitudes españolas se sitúa en umbrales sensiblemente inferiores.

La Rioja

La Rioja, nombre utilizado para denominar tradicionalmente una comarca, cuyo territorio lo formaban las provincias de Álava y Logroño preferentemente, se identifica hoy como una región uniprovincial, que abarca la totalidad de la provincia de Logroño citada. Integrada históricamente en la gran región de Castilla la Vieja, con la configuración del Estado de las Autonomías se segregó de ella y se alzó con autonomía propia, constituyendo una región semejante a Cantabria o Murcia.

Bibliografía Opinión personal

Los bailes y danzas populares son muy variados. La mayoría tienen en común el celebrarse en una determinada época del año para celebrar un acontecimiento importante para el pueblo, ya sea religioso o profano. Debido a su antiguedad transmiten hasta nuestros días un saber popular originario de varios siglos atrás. Por eso, creo oportuno que este saber y estas danzas queden reflejados en libros para que con el tiempo no se pierdan. Estas costumbres rurales que han perdurado durante muchos años, desaparecerán pronto en esta cultura moderna que mira principalmente a lo práctico. No estaría de más incluir algunos datos sobre estas danzas en los libros de enseñanza, para que desde pequeño se tenga conocimiento de su existencia y su significado. Reflejan la cultura de un pueblo, y es necesario una mayor difusión de las mismas.
 

Anónimo

Artículo obtenido de Monografías.com.
 
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