Pertenezco a una generación que está un tanto alejada del tango y del folklore, porque la mayoría de las chicas de mi edad se preocupan por salir a boliches y pubs en donde sólo se nutren de otras raíces. Pero fue sólo la vez en que mi padre trajo a casa un cassette de los Cantores del Alba cuando me di cuenta que mi corazón vibraba con cada nota y con cada letra, yo tendría más o menos ocho años, y a pesar de ser la incomprendida de mi grado por escuchar esa música y cantarla con tanto o más sentimiento que los mismos intérpretes, llegué a comprender que no me importaba que disintieran conmigo, sino que era más fuerte mi sentimiento por temas que hablaran de mi tierra, mis raíces y mi gente, que sentía y vivía de formas que tal vez jamás podría ver, pero imaginaba escuchando esas canciones de folklore o de tango que a mi viejo le apasionaban. Tal es así que hoy, teniendo mi propio grupo de música folklórica, en donde soy solista, se me acercan aquellos que renegaron de mis gustos musicales para pedirme algunos temas que por mí conocieron y que por buena fortuna otros buenos grupos actuales ejecutan. Y ahora no sólo corre por moda o impedimento publicitario, sino que creo que va orientado por saber escuchar y no encasillarse en extraños lenguajes que aparecen con la modernidad de latas y tecnología cibermusical, además, pasa por saber que con sólo una caja,un bombo ó una guitarra en algunos sectores muy carentes de nuestro país se hace música, se siente y se vive para expresarla en el idioma que nos pertenece como principal raíz y que las poesías que narra una copla salteña, por ejemplo, no las vamos a encontrar en marchas, dance o rap, porque lo más gracioso del asunto es que si nos fijamos detenidamente en esos ritmos, podría decir que parten de la misma base tergiversada luego para hacerla mas original. Así como el tango nació de los negros que lo tocaban en los tambos a escondidas y de allí su nombre, así sucede con el rap, que es una suerte de copla pero con más instrumentos. Sólo me queda decir que nuestra identidad se pierde no por moda o "evolución musical", sino que es por ignorancia, porque no hay quien diga de dónde surgen los géneros. Y me alegra saber que el pequeño granito de arena que sembré entre mis amigos al hacerles escuchar folclore, hoy haga que compartamos hermosas veladas hasta el alba, cantando todos juntos zambas y chacareras a coro y volviéndonos un poco para adentro como idílicamente debería ser. Creo que así recuperaríamos gran parte de todo lo que perdimos y nos daríamos un lugar más seguro ante el mundo, y ojo, esto no corre solo por lo económico sino que aprenderíamos a valorarnos más y saber que estamos a la altura de cualquier yanqui o cualquier gringo que nos imponga su música. No es una crítica destructiva, todo lo contrario, es un llamado a reflexión. Gracias por dejarme opinar diferente, si me lo permiten.
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